DIVERSIDAD Y LIBERTAD SEXUAL


Artículo:

Un rostro en la oscuridad del silencio

Por: Jorge Luis Lanza Caride

(...) La representación de la homosexualidad en el cine latinoamericano en comparación con otras minorías ha sido un tema bastante abordado en la cinematografía de nuestra región, lo cual no significa que éste haya tenido el tratamiento adecuado desde sus múltiples expresiones: homosexualidad, bisexualidad, lesbianismo, entre otras posibles miradas.




Tampoco existen abundantes textos que se acerquen a esta temática con sus evidentes complejidades y heterogéneas aristas. No es mi intención realizar un análisis sobre la historia del cine gay en la Latinoamérica, sino más bien realizar un modesto acercamiento sobre tan sensible tema, y de esa manera intentar demoler los múltiples estereotipos existentes en torno a algunos filmes que han abordado esta expresión de la sexualidad humana. He seleccionado para iniciar mi análisis la cinta No sé lo digas a nadie (1998), del destacado realizador peruano Francisco Lombardi (La ciudad y los perros, Mariposa negra), basada en la obra homónima del escritor Jaime Bayly.

A diferencia de otras cintas que muestran la exclusión e intolerancia que son objeto continuamente los homosexuales, No sé lo digas a nadie devela cómo el sujeto gay en una sociedad homofóbica se obligado en muchas ocasiones a reprimir su identidad, lo cual lo conduce como es lógico a experimentar un conflicto existencial generado por la exclusión y presión de una sociedad homofóbica e intolerante. Salir del clozet es el término que se utiliza en la jerga del mundo gay para identificar a aquellas personas que deciden asumir públicamente su preferencia sexual, he ahí la principal virtud de esta cinta que dramatiza la naturaleza de este conflicto.

Para Rufo Caballero: “El discurso de la película desnuda la condición social acerca de la homosexualidad como desvío y la necesidad de corregir esa aberración identitaria. No dibuja la sublimación de un gran amor homosexual, sino que relata la historia de un personaje al que los ultrajes y las decepciones no le permiten amar desde su condición y decide entonces convenir en el juego de la doble moral.”

No sé lo digas a nadie cuenta la historia de Joaquín, joven perteneciente a una familia acaudalada en el Perú contemporáneo, quien se debate entre dos caminos: defender su identidad gay con todos los obstáculos que dicha postura implica en una sociedad excluyente y homofóbica como la descrita por Lombardi en esta cinta, o sumarse al juego de la dualidad moral para satisfacer de se modo no sólo las expectativas de dicha sociedad, sino también las exigencias de una familia que defiende el patrón heterosexual burgués, esquema que siempre han defendido muchas sociedades en todas las latitudes de este mundo.

En ese devaneo moral Joaquín tendrá que sentir el peso de la exclusión mientras intenta vivir libremente su pasión sexual, su existencia roza los límites de lo socialmente aceptado.

Conmovedora resulta la escena en que Joaquín le revela a sus padres su preferencia sexual con toda la valentía que tal acto implica.

Otra cinta donde el abordaje del tema gay posee un matiz peculiar aunque no exenta de lugares comunes es El beso de la mujer araña (1986), del brasileño Héctor Babenco (Carandirú, Pixote), basada en la novela homónima del escritor Manuel Puig y la cual aborda la amistad entre dos seres totalmente diferentes pero hermanados por su confinamiento en prisión, uno es homosexual y vive sujeto a ese mundo de fantasía que ha inundado Hollywood en su mente, y el otro es un militante comprometido con la izquierda en el Brasil contemporáneo. La contraposición de caracteres viene a ser el toque que le confiere la originalidad a la cinta, al mostrar con un enfoque humanista la relación entre dos individuos distintos pero similares no sólo por encontrarse privados de su libertad, sino por formar parte de la diferencia, el primero por su orientación sexual y el segundo por su posición política.

Entre los grandes valores que posee la esta cinta se encuentra su originalidad al abordar la diversidad sexual a través de dos personajes con preferencias sexuales distintas, el sujeto gay y el heterosexual, relación que se consolida en condiciones límites de la existencia humana, y pese a las diferencias entre ambos seres prevalece la aceptación de esas diferencias.

En ese sentido El beso de la mujer araña viene a ser un canto fílmico a la tolerancia desde una propuesta estética inédita en el cine de la región, es decir, el llamado cine dentro del cine, recuérdese que Molina, el protagonista de esta sublime historia, fascina a su compañero de celda con relatos emanados de clásicos de la historia del cine, a través de imágenes que identifican la fantasía cinéfila de este sujeto, recurso visto años después en los filmes Cinema Paradiso (1989), del italiano Giusepe Tornatore, y Los soñadores (2000), de Bernardo Bertolluci.

De cierta manera el filme se antecede a la cubana Fresa y chocolate (1993), de los realizadores Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, debido a que ambas cintas apuestan por el respeto a las diferencias en sus diferentes variantes, no sólo la sexual, sino también la importancia de reconocer las diferencias de pensamiento, tan cercenadas en nuestro continente por dictaduras militares y gobiernos populistas.

El beso de la mujer araña no sólo trascenderá por la profundidad del tema, sino por el excelente desempeño de William Hurt al encarnar a Molina, cuya interpretación logra impregnarle a su personaje una intensidad dramática sin precedentes en la historia del cine gay, sólo comparada por Tom Hanks en Filadelfia (1992), de Jonathan Denme, la citada Fresa y chocolate, y Antes que anochezca (2000); de Schnabel, donde el varonil Javier Barden interpreta majestuosamente al escritor cubano Reinaldo Arenas, quien murió en New York en 1990.

Los filmes mencionados corroboran lo expuesto por los críticos Joel del Rió y María Caridad Cumandá al afirmar que “ a partir de los años ochenta, hasta adentrado el siglo XXI, no pasa un año sin que se estrenen diez o veinte cortos o cortometrajes, documentales o ficciones de tema gay, en una suerte de avalancha que ha conseguido poner de moda el asunto, según existe en los diversos países y culturas. La crítica internacional reconoce que por primera vez en la historia existe una presencia sustantiva de gays y lesbianas en las pantallas.”

Lamentablemente lo que más ha lastrado el abordaje de esta temática en la gran pantalla es la excesiva representación derrotista del gay al mostrarlo como sujeto usualmente asociado a la marginalidad, la exclusión, el sufrimiento y hasta la misma muerte desde la irrupción del flagelo del SIDA, enfermedad que indiscutiblemente ha causado más estragos en este grupo social por ser el más vulnerable.

Con la entrada del nuevo milenio aparecen cintas que exponen un tratamiento diferente y renovador en el abordaje del tema, tales como la mexicana Y tú mamá también (2001), del realizador Alfonso Cuarón, la cual contó con las interpretaciones de Gael García Bernal, Diego Luna y la española Maribel Verdú.

Aunque esta cinta se ubica dentro del llamado género road movies, su contribución al tema estiba en abordar la iniciación sexual de unos jóvenes pertenecientes a la cúspide social de la sociedad mexicana que en su afán por descubrir los misterios del placer sexual se enfrentan a sus propias dudas y confusiones desde un prisma psicológico que tiene su culminación en ese brusco e inesperado beso que ambos se dan en un inesperado desenlace, último encuentro que se produce en la vidas de los protagonistas de esta singular historia con aires postmodernistas, al recurrir a recursos narrativos rupturitas.

La colombiana La virgen de los sicarios (2000), dirigida por el franco iraní Barbet Schroeder e inspirada en la novela homónima del escritor Fernando Vallejo ofrece una mirada distinta en el abordaje del tema gay. Aquí la homosexualidad convive con la violencia y la marginalidad de la Colombia contemporánea. El protagonista de esta singular historia, Fernando Vallejo, luego de varios años de exilio regresa a su Medellín natal y encuentra el amor en un inescrupuloso joven sicario que no vacila un segundo para entregarse al crimen con la misma frialdad que se entrega al sexo con su amante devenido escritor y protector.

Una virtud de esta cinta radica en la capacidad de su realizador para mostrar la contraposición de caracteres. Por un lado Alexis se muestra despiadado y vulgar, y por otro compasivo y hasta mantiene una cuota de ingenuidad y candidez aún no perdida pese a la crueldad del medio en que se desenvue día a día.

Hay una escena paradigmática en este sentido, es aquella en que Fernando y Alexis se encuentran a un perro que agoniza en una pestilente alcantarilla de la urbe colombiana y éste es incapaz de matarlo haciendo evidente su compasión. La virgen de los sicarios tiene como antecedentes las cintas Los olvidados (1950), de Luis Buñuel, La vendedora de Rosas (1997), del colombiano Víctor Gaviria, las venezolanas Sicario (1993), de José Novoa y Huelepega, la ley de la calle, de Elia Schneider, filmes pertenecientes a una estética que se tornó retórica y excesiva en la cinematografía de la región en la década del noventa, recibiendo el calificativo de cine de la pornomiseria.

Otras cintas que revelan otras realidades del mundo gay son las brasileñas Carandirú, del realizador Héctor Babenco, y Madam Satá, de Karin Ainouz. Precisamente la cinematografía brasileña es la que mejor ha abordado el tema en la región desde una mirada satírica pero no maniqueísta.

La historia de Carandirú está ambientada en el mundo carcelario revelándonos a la vez aristas no muy exploradas por los realizadores latinoamericanos, como la presencia de las relaciones gay en una superpoblación penal terriblemente masacrada en la década del noventa y demolida poco tiempo después como estrategia del mismo gobierno brasileño para evadir evidencias de su responsabilidad en ese trágico suceso ocurrido en una zona de la realidad convertida en reservorio de exclusiones.

Carandirú constituye el rostro oculto de la sociedad brasileña, imagen que eluden sus gustadas telenovelas, especie de postales para turistas. La representación de la homosexualidad en la cinta elude esos enfoques simplistas y caricaturescos que han caracterizado otros filmes realizados anteriormente en relación al tema, al mostrarnos los matices inherentes que posee el no menos complejo micromundo carcelario, desde la homosexualidad asumida en el personaje de Lady Di hasta la bisexualidad latente en Barba, quien por un lado acepta tener relaciones sexuales con otros compañeros de celda y lo vemos luego junto a su esposa e hija el día de la visita. El travestismo como parte de esa otredad también está abordada en el filme, con la materialización simbólica de un matrimonio gay, algo sin precedentes en el cine latinoamericano.

En el caso de Madamae Satá nos encontramos que el protagonista del filme es un homosexual que se mueve entre el submundo marginal, con toda la violencia que éste trae aparejado, el travestismo, y cierta dosis de dignidad reunidos en un personaje totalmente distinto a los interpretados por otros actores que han encarnado el sujeto gay, pues entre los disímiles valores estéticos que posee el filme, nadie puede cuestionar que resalta la excelente interpretación del actor Lázaro Ramos al encarnar a esta peculiar figura que vivió en la década del treinta del siglo pasado, época donde los homosexuales eran totalmente discriminados, siendo la homosexualidad reprimida la válvula de escape para algunos, expresión de la sexualidad que continúa hasta hoy con toda la supuesta liberación que la postmodernidad pregona. “Las figuras del negro, el preso, el homosexual, la prostituta y el emigrante, son algunos de los principales emblemas de la alteridad que marcan a diario el entorno latinoamericano. Si antes no era tema central, hoy en día no puede concebirse buena parte del cine brasileño, ni de casi ningún otro lugar del mundo, sin el sujeto de la alteridad como centro.

La aceptación de la otredad requiere de un pensamiento multicultural y plural. En la actual condición postmoderna la otredad ya no será más ese rostro oculto y silenciado, sino todo lo contrario, ese rostro que se ha revelado contra todas las formas de exclusión que ejercieron los totalitarismos hegemónicos del siglo XX, ya no son voces que sufren en silencio, sino voces que han adquirido identidad propia. No aludo sólo a los gay, travestís y lesbianas, sino un grupo más amplio conformado por negros, emigrantes, drogadictos, marginales, entre otros. Para un estudioso del tema como el crítico de cine cubano Frank Padrón: “La otredad erótica ha encontrado en el arte, la fuerza centrípeta que los destapes postmodernos y las legitimaciones científicas le han aportado, dentro de tales revisiones y revisitaciones, el cine ha sido como siempre, un prodigioso testigo de excepción.”

LAS RELACIONES LESBICAS

El tema de las relaciones lésbicas ha sido el menos tratado hasta la fecha en la cinematografía de la región, generalmente desde acercamientos tímidos que no abordan de manera explicita esta expresión de la diversidad sexual (...) tendencia que podemos apreciar en los filmes de corte biográfico Frida, naturaleza viva (1985), de Paúl Leduc, pero no sería hasta la versión de Frida, de Juli Taymor, que vemos profundizar en esta arista de la vida de la gran controvertida pintora mexicana.

Otra cinta donde se aprecia el tratamiento lésbico es en la argentina Yo, la peor de todas (1990), de la desaparecida María Luisa Bemberg, sobre la vida de la poetisa mexicana Sor Juana Inés de La Cruz, cuyas relaciones homoeróticas hasta la realización de este filme había sido un aspecto inédito en torno a su vida.

En los últimos ya se aprecia mayor visibilidad en el abordaje del tema, en cintas como la brasileña Nosotras que nos amamos tanto ( 2001), de Daniel Filho, las argentinas La ciénaga ( 2001), de Lucrecia Martel, Tan de repente (2002), de Diego Lerman, Leonera (2008), en la cual su realizador Pablo Trapero se sumerge en el universo carcelario femenino al mostrarnos la relación entre dos mujeres ávidas de afecto y unidas por la hermandad en un medio tan hostil como las cárceles para hombres, La reina de la noche (1993), del mexicano Arturo Ripstein y Mariposa negra, del peruano Francisco Lombardi, aunque ésta última la homosexualidad femenina no es su tema central, sino más bien se deriva de la historia de una muchacha que para lograr su objetivo de vengar la muerte de su novio en el corrupto Perú del gobierno de Alberto Fujimorí accede a tener una relación lésbica con tal de penetrar el reducido círculo de Vladimiro Montesinos, quien fuera el Ministro de Inteligencia de Fujimorí hasta la caída de éste luego del sonado caso de los vladivideos. Mariposa negra, al igual que otros filmes realizados por este gran cineasta peruano, devela una sociedad asfixiada por la corrupción política y la degradación moral, aspectos que han sido constantes en su obra.

Aún así el tema lésbico continúa siendo muy poco abordado por nuestros realizadores, los cuales muchas veces ya sea por tabú o falta de dominio del asunto no lo enfocan con la profundidad requerida. Quizás la explicación del exiguo tratamiento que éste ha tenido en el cine latinoamericano se deba a una cuestión de género, pues la gran mayoría de los cineastas en nuestra región son hombres, y sería necesario mayor presencia de mujeres realizadoras en la gran pantalla para que así la perspectiva en el abordaje del tema lésbico sea desde la propia óptica de la mujer, lo cual no excluye que los hombres puedan ofrecer una visión correcta e inteligente en sus propuestas fílmicas.

Indudablemente, “todavía la imaginería fílmica sobre la homosexualidad se mantiene sujeta en estos países al signo de lo escabroso y la mayoría de las obras resultantes continúa aferrada a la timidez, los circunloquios, las fobias más o menos solapadas de sus realizadores.”

Pese al avance manifestado en los últimos años en el abordaje de la temática gay en el cine latinoamericano, ésta aún continúa lastrada por estereotipos y clichés en su tratamiento. El tema demanda aún de un abordaje más serio y riguroso, desde la condición postmoderna con toda la alteridad que ésta implica.

Notas:

Caballero, Rufo. Un pez que huye. Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2007 p. 74-75

El lector que desee profundizar más en relación a esta cinta lo remito a mi otro ensayo titulado En el lente del otro: la imagen de Cuba en el cine norteamericano, que forma parte de un libro inédito que lleva por título Cine Cubano: una radiografía crítica. sociedad.

Cumaná, María Caridad, del Río Joel. Latitudes del Margen. Ediciones ICAIC, La Habana, 2008 p. 112

Recomiendo al lector de este articulo el visionaje del documental El celuloide oculto (1995), de los realizadores norteamericanos, basado en el libro de Vito Russo, el cual muestra los estereotipos que han acompañado históricamente el tratamiento del tema gay en el cien norteamericano a lo largo de su historia.

Véase el libro Un pez que huye, del ensayista y crítico de cine Rufo Caballero, quien realiza un minucioso análisis de los citados filmes.

Recomiendo al lector-cinéfilo que desee profundizar en el tema del travestismo, dada la complejidad del asunto, la lectura del ensayo El cuerpo del otro: Sida, androginia, travestismo y homo-bi-transexualidad en el cine contemporáneo, que aparece en el libro Más allá de la linterna. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2001, del crítico y ensayista Frank Padrón Nodarse.

Zarza, Zaira. De héroes y heroínas: los personajes del cine brasileño contemporáneo. En: Revista Cine Cubano, No. 172 / abril-junio 2009 pp. 95

Más allá de la linterna, Ob, Cit. pp. 39-40 // Latitudes del Margen, Ob, Cit, p. 113 Profesor y crítico de cine.
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Cine, homosexualidad y Hollywood

Por: Francisco Peña

Un planteamiento de este tipo me hizo recordar de inmediato a Virginia Woolf, que en su excelente y divertido ensayo Una habitación propia, se hacía la misma pregunta con respecto a la combinación de mujeres y ficción. La respuesta en ambos casos es que el tema es muy amplio.

¿Cuál debe ser el camino para plantear algo coherente con respecto al cine y la homosexualidad? Las relaciones que se establecen entre los dos términos son muy variadas. Se podrían tocar muchos aspectos como:



  1. La visión de la homosexualidad por parte de directores homosexuales o heterosexuales en su práctica sexual y si la diferencia se refleja en pantalla.
  2. La visión que presenta el cine de la homosexualidad y las modalidades sociales en que se manifiesta.
  3. Las particularidades que las cintas presentan de la homosexualidad femenina y masculina.
  4. El trato que las industrias han dado a sus elementos homosexuales que trabajan dentro de ellas.
  5. La imagen -oculta o abierta- de los actores y actrices homosexuales y cómo modifica su trabajo actoral, etc.
  6. En forma muy generalizada, podemos decir que cuando se presentaba la homosexualidad en el cine había tres vías principales en su expresión hollywoodense (con honradas excepciones):
  • El homosexual atormentado y castigado directamente por su conducta sexual.
  • El homosexual como objeto directo de burla social, practicada en la comedia.
  • El artista homosexual a su pesar, cuando se tocaban biografías de personajes reconocidos como homosexuales.
Cine y homosexualidad tienen tantas posibles relaciones que sólo tocaré dos posibilidades, referidas a la Meca del Cine: Hollywood.

1. Las películas

Hollywood, entendido como el centro de producción cinematográfica más importante del mundo, siempre ha ido a la zaga en el tratamiento del tema de la homosexualidad y, además, se ha desecho de los artistas que han tenido esta elección de ida sexual, sea en silencio o en medio de escándalos.

Hollywood gira siempre alrededor de los grandes estudios de la producción, que por razones económicas, han evitado el tema, o han ocultado la conducta sexual de sus estrellas. Este texto abordará, en su primera parte, las películas, los productos de Hollywood que tocan el tema de la lesbiana y el homosexual.

Las grandes productoras de Hollywood han usado el sexo como un anzuelo para incrementar sus ganancias, pero siempre han manejado el tema desde una perspectiva heterosexual. En la década de los años 20 se había llegado a un alto grado de exposición de la sensualidad humana, por lo que las clásicas organizaciones civiles WASP (blancos, anglosajones y protestantes) ejercieron una gran presión social contra las cintas con imágenes eróticas.


El resultado fue que la industria cinematográfica adoptó por voluntad propia un código de conducta que incluía autocensura en temáticas sexuales. Se trató del famoso Código Hays. Si antes no habÌa presencia de temática homosexual en las pantallas, con el Código se tapó cualquier posibilidad de presenciarla en forma abierta en pantalla.

Sólo en contadas ocasiones se dejaban ver personajes o relaciones homosexuales, y se usaban formas muy indirectas de presentación. Un ejemplo clásico es la presencia en El Halcón Maltés (1941), de John Huston, del personaje de Mr. Cairo, actuado por Peter Lorre. En la cinta se observa un personaje que connota su homosexualidad por medio de tics de conducta, manejo alterado de la voz, vestuario y otra serie de índices que conducían al espectador a decodificar al personaje como homosexual.

Otro ejemplo es la cinta de cine negro Fuerza Bruta (1947), de Jules Dassin. Allí, un sádico con tendencias musicales, golpea a sus víctimas escuchando ópera.

Estos rasgos cinematográficos marcaban a los personajes homosexuales. Alguien oía ópera y esto era suficiente para connotarlo como homosexual.

Las productoras de Hollywood manejaron peyorativamente estos estereotipos visuales durante muchos años. Además, confinaron al personaje homosexual en papeles narrrativos débiles, en ambientes francamente negativos. En la mayoría de los casos el homosexual o la lesbiana eran personajes de cartón, sin ninguna dimensión humana y claro, su problemática como ser humano estaba ausente o era distorsionada sin ambajes.

Esta imagen siniestra se promovió hasta mediados de la década de los 50. En ese momento, las grandes compañías sufrieron un desmantelamiento por considerarseles monopólicas. De hecho, este cambio económico llevó aparejada la desaparición del Código Hays.

Pero Hollywood se escudó en su clásico razonamiento. Como sus productos van dirigidos a un amplio público, la temática homosexual tratada seriamente puede espantar a esa audiencia general, lo que repercutiría en pérdidas económicas. No había, pues, según este argumento, un mercado homosexual que atender, y se trata de conservar el mercado amplio que las producciones hollywoodenses buscan casi siempre.

Pero, enmedio de los cambios, la temática homosexual se presentó primero en la comedia. Se recuerdan personajes homosexuales u hombres vestidos de mujer que aparecían en pantalla en comedias. Pero el trato general era semejante al de las pocas cintas dramáticas que rozaban el tema: tics de conducta, manejo de voces chillonas, etc. Los mismos arquetipos con el agravante de que el homosexual era el centro de la burla del resto de los personajes. Era considerado el personaje ideal para lo que los productores hollywoodenses llaman "comic relief": pausa o momento cómico para destrabar un argumento y dar descanso al público.

Pero la misma dinámica social llevó a Hollywood a cambiar. En la década de los 60 comenzaron abiertamente varios movimientos sociales por derechos civiles, entre los cuales se encontraba el homosexual. Hollywood despertó un día para descubrir que el mercado, que su audiencia, se había segmentado. Ahora tenía que atender a negros, hispanos, hippies, lesbianas, homosexuales, chicanos y otras minorías que reclamaban su sitio social y un lugar serio y real en las pantallas de cine.

 Sandy Dennis


El rompimiento inicial se dio en el ámbito de narraciones sobre lesbianismo. Se recuerdan al menos dos cintas que marcaron tímidamente la ruptura. La primera es The Fox (1968), de Mark Rydell, con Sandy Dennis y Ann Heywood, basada en la noela de D. H. Lawrence. El planteamiento de la relación lesbiana se rompe por la presencia del personaje masculino -Keir Dullea-. Pero ya hay un enfoque más serio aunque con la salida final hacia la heterosexualidad de uno de los personajes femeninos.

La otra cinta también es de 1968: The Killing of Sister George. La cinta, dirigida por Robert Aldrich, cuenta con las actuaciones de Beryl Reid y Suzannah York. La historia aun se mueve entre truculencias, pero ya se narra una relación abiertamente lesbiana.





Mientras Hollywood aceptaba películas más bien independientes para tocar el tema del lesbianismo, el cine europeo se hallaba a años luz de distancia en madurez y arte en el tratamiento del tema de la homosexualidad. Baste recordar la obra de Luchino Visconti y Muerte en Venecia para ver los parámetros y el abismo que diferenciaba ambos tipos de cinematografía. Muerte en Venecia es la historia de amor homosexual por excelencia, con todo el arte que Visconti era capaz de poner en pantalla.

Pero los grupos militantes de homosexuales y lesbianas, asÌ como los simpatizantes liberales, fueron creando masa crítica social dentro de la sociedad estadunidense como para abrir finalmente espacios de expresión amplios y sólidos de expresión propia.

Hollywood se resistió a aceptar este hecho por muchos años, y buscó darle la vuelta con películas de calidad pero que no enfrentaban la problemática homosexual en forma directa, y aun se resiste a hacerlo con su argumento económico sobre la gran audiencia. Pero también tenía ya un público real que reclamaba que la problemática de su elección de conducta sexual se reflejara en la pantalla.

Algunos productores, con valentía, decidieron abordar la homosexualidad con respeto, con verosimilitud, y crear personajes complejos, humanos y reales. El camino de reivindicación que comenzó en la década de los 70 culminó finalmente en la mismisima entrega del Oscar, el aparador donde Hollywood autorreconoce lo mejor de su producción.

La punta del iceberg fue Philadelphia / Filadelfia (1993), de Jonathan Demme, con Tom Hanks y Denzel Washington. El guión fue de Ron Nyswaner.

Haya o no acuerdo sobre la forma en que la pelìcula presenta la homosexualidad, Filadelfia resume 25 años de lucha dentro y fuera de la industria hollywoodense. El hecho de que barriera con los Oscares destacando el de Mejor Película y Mejor Actor, indicó que el clima social y el de la industria había sufrido un cambio. Los 90 no son los 30.

Tocaba un problema angustiante para la comunidad homosexual: el SIDA. Pero no era una condena moral del personaje. Al contrario, Tom Hanks encarnó a un hombre con luces y sombras, con virtudes y defectos pero, sobretodo, con un enorme deseo de vivir y gozar de la vida aun enmedio de una sentencia de muerte. Este personaje homosexual era inédito en el cine hasta la aparición de Filadelfia.

El cine hollywoodense continúa con sus homosexuales de comedia por cuestiones comerciales, pero las cosas ya no son las mismas. La corriente realista y respetuosa que coronó Filadelfia siguió adelante en cintas como Boys don't cry / Los muchachos no lloran, de Kimberly Peirce, que toca con fuerza y honestidad el tema del lesbianismo.

Los mensajes del cambio también llegan del exterior: el cine de Almodóvar dividió a la industria de Hollywood y a la crítica estadounidense. Con el paso del tiempo se reconoció su calidad por parte de la mayoría tanto en Europa (Cannes) como en Hollywood (el Oscar).

La única forma de que sobreviva y se exprese es que el público rechace el producto normal -que oculta su fascismo embozado o latente- y apoye económicamente tan sólo a las cintas autónomas que abordan la homosexualidad sin burlas o denigraciones ocultas. Se trata de tener un lugar bajo el sol, como todos los seres humanos; así de fácil, así de difícil.

Hollywood tardó mucho en entender y, sobretodo, aceptar personajes homosexuales en su universo fílmico, que mostraran complejidad, fuerza y humanismo en su trazo narrativo. No se puede perder el terreno conquistado. El arma, sencillamente, es comprar o dejar de comprar un boleto. El espectador tiene la palabra... y el dinero.

Hollywood, aparte de llegar tarde a la temática homosexual en el cine mundial, y estar retrasado en el tratamiento de los personajes comparado con el mundo del teatro y cine europeos, también ha tenido que ver directamente en la vida privada de algunas de sus estrellas -lesbianas y homosexuales- que han elegido su conducta sexual.

La ingerencia de los estudios cinematográficos en la vida de sus estrellas privadas ha sido de vigilancia primero, coerción después, destrucción al final.

Claro, este esquema no sólo se aplicó a las personas lesbianas y homosexuales dentro de la industria del cine estadunidense sino también a heterosexuales cuya conducta sexual era considerada socialmente impropia. El silencio y la simulación eran la regla común antes que enfrentar la ira de los estudios.

Esto creó un submundo oculto dentro de Hollywood, donde las comunidades lesbiana, homosexual y heterosexual vivÌan su vida sexual sin que el público se diera cuenta. Dicho ambiente está narrado en los libros Hollywood Babylon 1, 2 y 3, de Kenneth Anger. Por razones de espacio sólo se hablara de algunos de los casos más conocidos.

Rock Hudson es el ejemplo tìpico de la estrella de cine de Hollywood que tiene una "conducta impropia" para las compañías cinematográficas. Para cuando los ejecutivos se dieron cuenta de que su estrella era homosexual ya se había invertido mucho dinero, Èl era una estrella establecida y redituable con el público femenino, y su capacidad de comediante era indiscutible.

El mecanismo se puso en marcha: Hollywood quería proteger su inversión. Se vigiló al actor, se le "protegió" para evitar que cualquier reportero se diera cuenta de su preferencia sexual, se le obligó a un matrimonio publicitario para desmentir cualquier rumor y se le coaccionó para que ocultara la verdad.

Se debe aclarar que Rock Hudson vivió los años donde los estudios eran omnipotentes. El patrón que se le aplicó fue, en forma general, el que sufrieron todos aquellos actores y actrices que se desviaban de la norma establecida por los estudios, con una excepción.

Hudson era una estrella. No se le perjudicó directamente y continuó trabajando. Pero hubo actores que al ser "descubiertos" en relación a su preferencia sexual fueron simplemente colocados en una lista y jamás volvieron a trabajar para las grandes compañías; no eran tan famosos como para no prescindir de su presencia en pantalla. Las listas negras no sólo existieron en el campo político sino también en el sexual. Muchos recurrieron al teatro para continuar trabajando ya que el clima era más liberal.

Algunos de los que sufrieron en mayor o menor medida la medicina de los grandes estudios fueron Montgomery Clift y Sal Mineo.

En el campo del lesbianismo también se replicó el mecanismo de tres pasos, con la salvedad de que quienes lo sufrieron guardaron una discreción aun más profunda. El caso de la estrella Bárbara Stanwick es parecido al de Hudson. Sandy Dennis tiene el matiz de que fue sistematicamente ignorada en su trabajo. A pesar de ser una excelente actriz, como se ve en Who's afraid of Virginia Woolf (Mike Nichols) y That cold day in the park (Robert Altman), simplemente no se le dejó ser estrella.

Pero los tiempos cambian y las presiones sociales que luchan por liberalizar el trato de los medios de comunicación hacia sus trabajadores homosexuales, y que buscan un respeto y humanización de los personajes en pantalla, fue abriendo poco a poco la coraza de la industria.

Ahora existen, por ejemplo, directores que no ocultan su preferencia sexual: Gus van Sant, Lisa Cholodenko y la canadiense Patricia Rozema (Al caer de la noche) son ejemplos claros. En los tres casos, estos directores han abordado las temáticas del lesbianismo y de la homosexualidad sin tabús, con descripciones que nacen de su experiencia. Pueden plasmar en sus películas una poética que muestra la existencia real del amor entre personas del mismo sexo; tan conflictivo o romántico como el de cualquier ser humano.

Claro que las circunstancias difieren de los directores europeos, que han desarrollado su carrera fílmica en condiciones menos opresivas. Pero estos tres casos mencionados han permitido dar a conocer a un público más amplio cual es la problemática homosexual contada por una persona que tiene dicha preferencia sexual. El avance temático y artístico es notable.

Sin embargo la flexibilización de la industria cinematográfica, no sólo en Hollywood sino en todo el mundo, es un fenómeno reciente por el cual se tiene que luchar a diario.

Uno de los ejemplos más recientes de los vaívenes de la industria hollywoodense es el caso de Anne Heche y Ellen DeGeneres. Ambas son actrices exitosas. Heche fue protagonista de films comerciales de fuerte inversión y ahora retorna como actriz excelente en Birth / Reencarnación (Jonathan Glazer): DeGeneres era una estrella de la comedia televisiva. Luego de meditarlo, ambas decidieron hacer pública su relación amorosa.

La televisión, medio más conservador, despidió a Ellen DeGeneres con el pretexto de que el nivel de audiencia había bajado, y argumentó que no tenía relación con el hecho. Claro, en los pasillos se adjudicó la baja de auditorio precisamente a la revelación pública de su relación con Anne Heche. Sólo eran pretextos para lavar la imagen de la empresa.

En el caso de Anne Heche se le dejaron de hacer ofertas para filmar. Durante meses estuvo ausente de la pantalla. Pero el medio cinematográfico se ha liberalizado, y ambas actrices recibieron después ofertas de productores independientes o autónomos. Ahora Heche, luego de su regreso a la heterosexualidad, recupera lugar en pantalla y demuestra sus habilidades en una escena clímax de Birth / Reencarnación, de Jonathan Glazer.

Este caso es representativo porque mostró que, por primera vez, dos actrices declararon abiertamente su relación romántica, pero la industria no ha podido aplastarlas. Al contrario, ya hay segmentos en Hollywood que tienen posiciones de poder que apoyaron su acción.

Anne Heche y Ellen DeGeneres fueron las primeras y, a pesar de su separación posterior (Heche "retornó" a la heterosexualidad) detrás de ellas vinieron otras, como la cantante Melissa Etheridge. La comunidad lesbiana y homosexual debe apoyar su actitud y ayudar a ampliar su margen de libertad: la solución es muy fácil: ir a ver sus películas por solidaridad, y reconociendo su capacidad actoral. Es decir, hacer evidente el apoyo económico a su presencia en el cine.

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RELACIÓN DE PELÍCULAS Y DOCUMENTALES PARA ABORDAR EL TEMA DE LA DIVERSIDAD SEXUAL


1. Carandiru


Fuente:http://www.edualter.org/material/cinemad2/carandiru.htm



FICHA TÉCNICA

Dirección: Héctor Babenco

Guión: Héctor Babenco, Víctor Navas y Fernando Bonassi; basado en el libro "Estaçao Carandiru" (Estación Carandiru) de Drauzio Varella.
Producción: Hector Babenco
Duración: 146 min.
Países: Brasil
Año de producción: 2003
Reparto: Luiz Carlos Vasconcelos (Doctor), Milton Gonçalves (Seo Chico), Ivan de Almeida (Black Nígger), Ailton Graça (Highness), Milhem Cortaz (Dagger), Maria Luisa Mendonça (Dalva), Aída Leiner (Rosirene), Rodrigo Santero (Lady Di), Gero Camilo (No Way), Ricardo Blat (Claudiomiro).

Sinopsis:

En una celda de la Casa de Detenciones de Sao Paulo, mejor conocida por Carandiru, dos presos (Lula y Dagger) tienen una cuenta que saldar. La atmósfera es tensa. Otro preso, Black Nígger, "juez" autoproclamado por mediar en disputas entre prisioneros, resuelve el caso a tiempo de dar la bienvenida al nuevo doctor, encargado de comenzar un programa de prevención del VIH-SIDA en la penitenciaría. El doctor se enfrenta con los muchos serios problemas que tiene la cárcel más grande de Latinoamérica: celdas superpobladas, instalaciones decadentes y todo tipo de enfermedades. Los presos no tienen acceso ni a cuidados médicos ni a asistencia legal. Carandiru, que alberga más de siete mil prisioneros, es un gran desafío para el recién llegado. Pero tras trabajar allí durante unos meses descubre algo que le transformará: los reclusos, incluso en esta detestable situación, no son figuras demoníacas. En el contacto diario con los prisioneros en su improvisada oficina, el doctor es testigo de la solidaridad, organización y, sobre todo, las inmensas ganas de vivir. Su trabajo comienza a dar frutos y el doctor gradualmente se gana el respeto de los presos. Con el respeto vienen los secretos. Sus consultas comienzan a tratar de temas más allá de la enfermedad cuando los reclusos empiezan a contarle la historia de su vida. Sus reuniones con los pacientes en la consulta se convierten en "ventanas" al mundo del crimen. La narrativa de la película es similar a un puzzle. Una historia choca contra otra para confeccionar un retrato realista de la tragedia social que envuelve Brasil. Junto al doctor el público sigue la rutina diaria de los presos hasta la fatídica fecha del 2 de octubre de 1992, el día que se estremeció la Casa de Detenciones y todo Brasil: la masacre de Carandiru.

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2. Fresa y chocolate



FICHA TÉCNICA


Dirección: Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío
Guión: Senel Paz y Tomás Gutiérrez Alea
Producción: ICAIC
Duración: 110 min.
Países: Cuba
Año de producción: 1993
Reparto: Jorge Perugorria, Vladimir Cruz, Marta Ibarra,  Francisco Gattorno.

Sinopsis:

Tres personajes mantienen una intensa y conmovedora relación de amistad, en medio de prejuicios e incomprensiones sobre la homosexualidad en Cuba. La película se centra en el papel de David, un universitario miembro de la Juventud Comunista cuyos valores se ponen en cuestión al hacerse amigo de Diego, un artista homosexual, que entra en contradicción con el sistema establecido. En medio, se cruza la vecina de Diego, una mujer madura y agobiada por la soledad.

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3. Los muchachos no lloran

Ficha técnica:

Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Kimberly Pierce
Año: 2000
Duración: 114 minutos
Interpretes: Brendan Sexton III, Hilary Swank, Peter Sarsgaard

Sinopsis:

Más de 20 premios internacionales lleva ya la película revelación del año. Basada en una historia real y calificada unánimemente por la crítica como "una de las mejores películas del año", Boys Don't Cry es la historia de Brandon Teena (a la que da vida magistralmente la oscarizada actriz Hilary Swank), una joven inadaptada que busca el amor como forma de redimirse de todo cuanto odia. Atrapada en un mundo que no la acepta, la vida de su Lincoln natal es demasiado dura. Tratanto de escapar de todo lo que su pueblo representa llega a Falls City, donde podrá dar rienda suelta a sus sueños. Pero éstos comienzan a tambalearse cuando conoce a Landa Tisdel, una alocada belleza rubia y la veinteañera más popular de la ciudad.






4. Secreto en la montaña


La historia de Ennis Del Mar (Heath Ledger) y Jack Twist (Jake Gillenhaal), dos vaqueros que se conocen en el verano de 1963 trabajando en Brokeback Mountain, fue publicada por The New Yorker en 1997 firmado por la premio Pulitzer Annie Proulx.

Sus líneas conmovieron a miles de lectores entre los que se encontraba la guionista Diana Ossana, cuyo entusiasmo contagió a Larry McMurtry (también Pulitzer y escritor de novelas como La fuerza del cariño además de guionista), y con cuya colaboración se armaría de empeño para adaptarla a guión y llevarla a la gran pantalla.




VER RESEÑA COMPLETA:
http://cinedidactica.blogspot.com/2007/02/secreto-en-la-montana.html

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola

Me llamo Alejandra y soy administradora de un directorio web/blog y me ha gustado mucho su sitio.

Me gustaría contar con su sitio en mi directorio, a cambio solo pido un pequeño enlace a mi página de películas, ¿Qué le parece la idea?

Mi correo es: ale.villar@hotmail.com

Un beso! y SueRte con su BloG!
Alejandra Villar

Santiago dijo...

secreto en la montaña es muy buena. a mi principalmente de emociono mucho porque me identifico mucho. el salir con mi volkswagen fox en busca de un amor antes de perderlo. realmente me movilizo verla el Sábado a la noche

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El mundo es un archipiélago y lo único realmente globalizado es la proliferación de lo heterogéneo”

(Subcomandante Marcos)